"Es muy complicado dar abrazos cuando te tienen con los brazos levantados en un acto de violencia, no se pueden bajar las manos en ese momento para el abrazo", expresó el obispo de la Diócesis de Orizaba, Eduardo Cervantes Merino, en un mensaje que emitió tras el asalto que sufrió el pasado miércoles en la autopista de las Cumbres de Maltrata.

En un mensaje emitido a través de la red social del órgano informativo de la Diócesis, apuntó que lo ocurrido a él y otras familias fue a consecuencia de un retén falso adelante de la caseta de peaje de Esperanza.

Añadió que cuando sufrió esta experiencia los asaltantes le pidieron su reloj, su anillo episcopal y otras pertenencias, al igual que a los otros dos sacerdotes que viajaban con él.

"Veníamos bajando de la autopista ya habíamos pasado la caseta de Esperanza y nos sucedió esto que algunos llaman en el lenguaje casi ordinario: un incidente más, y yo creo que ya no es un incidente más, sino son situaciones dolorosas y tristes que se padecen de modo casi ordinario nuestra comunidad y ahora me tocó a mí estar ahí".

Agregó que sintió impotencia, sin embargo, siempre recordó que Dios lo cuidaba y brevemente oró y hasta rogó por sus victimarios.

"Me pregunté ‘¿ahora qué pasó?’, y la manera tan agresiva y tan violenta, pero es el modus operandi de estos muchachos es provocarnos el miedo", dijo al comentar temer que alguna bala de las armas con las cuales les apuntaban se escapara.

Dijo que si llegan a escuchar este mensaje quienes lo asaltaron, solamente les quiere decir que tienen su perdón, que no hay rencor: "No me parece que sea el camino que ellos merecen, ni el trato que merece la gente que transita la carretera. Que canalicen sus energías desarrollando dones, cualidades, capacidades que Dios ha puesto en ellos y hay muchos caminos para crecer como personas y desarrollarse".

El prelado apuntó que tal y como se organizan para hacer el mal ojalá hicieran lo propio para efectuar el bien, asimismo hizo un llamado a las autoridades para que cumplan con su tarea tal y como se comprometieron: "Fue una situación entre fronteras de dos estados, se necesitan mejorar estrategias para mayor seguridad, es muy complicado dar abrazos cuando te tienen con los brazos levantados en un acto de violencia".

Resaltó que se encuentra bien a pesar del susto y los otros dos presbíteros igual, pero en el momento de los hechos la reacción de quienes también fueron atracados fue diversa, hubo gente realmente afectada emocionalmente.